La publicidad engañosa y respuesta cerebral

La publicidad engañosa es aquella que induce a error o confusión a los consumidores sobre las características, beneficios o precios de un producto o servicio. Esta práctica es ilegal y puede ser sancionada por las autoridades competentes.

¿Pero cómo funciona la publicidad engañosa en el cerebro? ¿Qué efectos tiene sobre la percepción, la memoria y la decisión de compra? ¿Qué estrategias utilizan los publicistas para manipular la información y generar falsas expectativas?

El cerebro humano es un órgano complejo y fascinante, capaz de procesar una gran cantidad de información en poco tiempo. Sin embargo, también tiene sus limitaciones y sesgos, que pueden ser aprovechados por la publicidad engañosa para influir en nuestro comportamiento.

Algunos de los mecanismos cerebrales que intervienen en la publicidad engañosa son:

  • La atención selectiva: el cerebro no puede atender a todos los estímulos que recibe, por lo que selecciona aquellos que le resultan más relevantes, interesantes o llamativos. La publicidad engañosa utiliza recursos como el color, el sonido, el movimiento o las emociones para captar nuestra atención y hacer que ignoremos otros aspectos menos favorables del producto o servicio.
  • La memoria selectiva: el cerebro no almacena toda la información que recibe, sino que filtra y consolida aquella que considera más importante, útil o significativa. La publicidad engañosa trata de generar una impresión positiva y duradera en nuestra memoria, mediante el uso de repeticiones, slogans, imágenes impactantes o testimonios de famosos.
  • La ilusión de verdad: el cerebro tiende a creer aquello que se repite con frecuencia, aunque no sea cierto. La publicidad engañosa se basa en este principio para crear una falsa sensación de veracidad y confianza en el producto o servicio, mediante afirmaciones exageradas, comparaciones engañosas o datos sin fundamento.
  • El efecto halo: el cerebro asocia las cualidades positivas o negativas de una persona, objeto o situación a otros aspectos relacionados con ella. La publicidad engañosa se aprovecha de este fenómeno para transferir las características deseables de una marca, un personaje o un contexto al producto o servicio que se promociona.
  • El efecto ancla: el cerebro utiliza la primera información que recibe como referencia para evaluar las siguientes. La publicidad engañosa emplea este mecanismo para influir en nuestra percepción del valor y el precio del producto o servicio, mediante ofertas, descuentos, regalos o comparaciones con la competencia.

Estos son solo algunos ejemplos de cómo la publicidad engañosa puede afectar a nuestro cerebro y a nuestro comportamiento como consumidores. Por eso, es importante estar alerta y desarrollar un pensamiento crítico que nos permita analizar la información que recibimos y tomar decisiones racionales y responsables.

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