Tom Hanks fue clonado por inteligencia artificial sin su permiso ni conocimiento
Lo denunció el famoso actor en redes. Lo están usando para una publicidad de un seguro dental
Mientras en Hollywood se reanudan las negociaciones entre los grandes estudios y el sindicato de actores, una de las estrellas más influyentes de la meca del cine, Tom Hanks, denunció que fue clonado sin su conocimiento por una inteligencia artificial. El “fantasma” del famoso actor aparece en una publicidad de seguros dentales.
En un mensaje publicado a sus 9,5 millones de seguidores en las redes sociales, el protagonista de Forrest Gump advertía de que sus rasgos habían sido replicados sin su consentimiento: “Advertencia. Está circulando un video en el que se utiliza una versión mía producida por inteligencia artificial para anunciar un plan dental. Es falso. No tengo nada que ver”.
No es la primera vez que Hanks, como muchos otros actores, da la voz de alarma sobre el abuso de la inteligencia artificial (es uno de los temas más polémicos en las negociaciones entre el sindicato y las empresas), aunque él mismo ha dado luz verde al uso de versiones de sí mismo alteradas digitalmente en el pasado en películas como El expreso polar (2004) y, de nuevo el año pasado, en Un hombre llamado Otto, en la que fue rejuvenecido digitalmente.
El miedo a quedar marginado por la inteligencia artificial es una de las razones por las que tanto guionistas como actores se declararon en huelga la pasada primavera-verano. El conflicto del Sindicato de Guionistas de Estados Unidos, abierto desde principios de mayo, llegó a su fin el 25 de septiembre, pero para los actores, en huelga desde mediados de julio, el camino de las negociaciones no ha hecho más que empezar.
El acuerdo de los guionistas, sobre el que 11.500 miembros del sindicato deben dar su sí definitivo antes del 9 de octubre, obliga a los estudios a advertir a los guionistas si el material que les han dado como base para trabajar ha sido generado total o parcialmente por inteligencia artificial. Además, los guionistas tendrán derecho a recibir una compensación adicional si su trabajo se basa en material generado por inteligencia artificial o si su trabajo es modificado por inteligencia artificial.
Los actores, por su parte, reclaman también una mayor transparencia sobre el uso de la inteligencia artificial y el derecho a dar o negar su consentimiento para que sus rostros, voces o movimientos sean replicados o modificados por esta tecnología. Asimismo, exigen una remuneración justa por el uso de sus datos biométricos y una protección legal contra el robo de identidad o la difamación.
La polémica sobre el uso de la inteligencia artificial en el cine no es nueva. Ya en 2016, se estrenó Rogue One: Una historia de Star Wars, en la que se recreó digitalmente al actor Peter Cushing, fallecido en 1994, para interpretar al villano Gran Moff Tarkin. También se usó esta técnica para rejuvenecer a Carrie Fisher como la princesa Leia. En 2019, se estrenó El irlandés, de Martin Scorsese, en la que se usó un sofisticado sistema de captura facial para rejuvenecer a Robert De Niro, Al Pacino y Joe Pesci. Y este año se ha anunciado que James Dean, muerto en 1955, volverá a la pantalla grande gracias a la inteligencia artificial en Finding Jack, una película sobre la guerra de Vietnam.
Estos casos han generado un intenso debate ético sobre los límites del uso de la inteligencia artificial y los derechos de los actores. ¿Es lícito usar la imagen de un actor fallecido sin su consentimiento? ¿Qué pasa con los actores vivos que ven cómo sus rostros son usados para fines comerciales o políticos sin su autorización? ¿Qué impacto tiene la inteligencia artificial en la creatividad y la originalidad del cine? ¿Qué riesgos conlleva para la veracidad y la credibilidad de las imágenes?
Estas son algunas de las preguntas que plantea el caso de Tom Hanks y que deberían ser respondidas por los responsables del sector cinematográfico y por la sociedad en general. La inteligencia artificial puede ser una herramienta útil y beneficiosa para el cine, pero también puede ser una amenaza para los derechos y la dignidad de los actores y para la calidad y la diversidad de las obras. Por eso, es necesario regular su uso de forma ética y responsable, respetando el consentimiento, la remuneración y la protección de los actores, así como la integridad y la autenticidad de las obras.
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